miércoles, 5 de agosto de 2009

Visión Crítica HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA EN PORTUGUESA






Definitivamente escribir es un sacrificio. Hilar fino las palabras no es una tarea de todos. Quizás acá si tengamos que mencionar que existe una “oligarquía”, unos elegidos, los cuales tienen como única voluntad expresar a través de la “grafía” (signo o conjunto de signos con que se representa un sonido o la palabra hablada), sus vivencias, sentimientos y, por qué no, sus decepciones.

La historia de literatura en Portuguesa está dispersa en rotativos regional y nacional; hay gran centímetraje de frases que buscan informar acerca de lo que se está haciendo en Portuguesa. En un tiempo fuimos el centro de atención cultural de los llanos; Guanare, capital del estado, llegó a tener activos dos ateneos y, por si eso fuera poco, a condensado en su fuero geográfico figuras de la talla de Rafael Roberto Gaviria, Víctor Heredia Ángulo, Alfredo Gómez Álvarez, José La Riva Contreras, entre otros. Es decir, hay referencia universal de pensadores, intelectuales, hombres comprometidos con el oficio escritural.

Pero acerca el proceso histórico de la literatura en Portuguesa poco se ha escrito. Se nombran figuras pero no así una visión estructural de cómo la escritura ha evolucionado. Por supuesto es una tarea de investigación minuciosa y la cual, a título muy general, nos hemos atrevido a emprender, convencidos eso sí, en que esta actitud estimulará a expertos en el área a seguir explorando y dando respuesta al fenómeno literario en Portuguesa.

La literatura regional, de la cual el poeta Luis Durán Rodríguez se ha atrevido a proponer como un curso de extensión para las escuelas (por supuesto, debidamente engavetado por las autoridades), tiene sus raíces a comienzos del siglo XX, con la llegada a Portuguesa de un contingente de médicos y abogados que trajeron lecturas de los clásicos y motivaron a la muchachada rural de la región a imitarlos. El primer encuentro fue de imitación. De aquellos grupos aparece la figura de Víctor García Sereno quien inspirado en los escritores franceses delinea una obra poética existencial de gran valor y cuantía; el otro tiempo correspondió a la crónica. Los textos españoles que hablaban de las conquistas y del poblamiento del nuevo mundo, se sumó al interés por escribir la historia regional. Esa excusa valió en razón de que no sólo se retrató las bondades de Portuguesa, sino que se inició un oleaje hacia el costumbrismo y las voces autóctonas de “la sabana” hicieron lo suyo promoviendo la glosa, las leyendas, los cantos alegóricos a lo local. Allí la figura de García Sereno también luce pero vendrá acompañada de voces como las de José La Riva Contreras, José Cheo Ramírez, José Joaquín Burgos, Manuel Pérez Cruzzatti, Alfonzo Rivas, Alfonso Palacios, José Raúl Escalona, entre otros. Ya en el nuevo tiempo la figura de Yorman Tovar, Luis Mendoza Silva, Evelio Pérez Cruzzatti, Ángel Márquez, Simón Olinto Bastidas, Tirso Linarez, hoy fallecido, Dámaso Delgado (autor de la leyenda “El Silbón”) y Carlos Gudiño, toman la batuta. Manuel Graterol Santander, “Graterolacho”, si bien figura como una de las voces calificadas de Portuguesa en el subgénero de la glosa, no es menos cierto que aparece bajo el estigma de una cofradía algo aislada de ese dolor de parto que ha sido escribir desde la región.

En una visión general, la literatura en Portuguesa ha tenido un despertar hacia el academicismo literario, el cual es una combinación de crónica con ensayo riguroso, buscando contar una historia pero guiados por la norma y la estructura ideal de los antecedentes. Aquí surgen como voces calificadas Víctor Heredia Ángulo, Rafael Gaviria, Víctor García Sereno, Alfredo Gómez Álvarez, Alexis Márquez Rodríguez, Mercedes Jiménez Galera, Manuel Pérez Cruzzatti, Evelio Pérez Cruzzatti, Miguel Ferrer Viera, José Joaquín Burgos, Antonio Cañizales, Eddy Ferrer Luque, Wilfredo Bolívar, Ramón E. Azócar A., entre otros. Personalidades que han dado un sentido histórico de vanguardia en los estudios de la crónica en el campo académico.

En la actualidad se ven afluentes de diversos géneros que alimentan un solo río: Portuguesa; nunca antes “Zazaribacoa” había contado con un contingente de escritores de primera línea. Desde la poesía costumbrista hasta la poesía moderna surrealista; desde la crónica aguda de carácter histórico-vivivencial, hasta el ensayo riguroso académico; desde el cuento grotesco y fabulado, hasta la novela existencial. Las figuras en poesía de Silvio Hernández, Jesús Pérez, Elys Rivas, Lenin Linarez, José Córdova Pacheco, Carlos Gudiño, entre otros; así como la ensayística y la narrativa de Tomás Jurado Zabala, Job Jurado, Eliécer Ramírez, Máximo Estévez, Julio Romero Parra, entre otros; dan cuerpo a un grupo de intelectuales y pensadores que, a pesar de tener el gran obstáculo de no poder publicar (no hay recursos para la Cultura, esa es la trágica verdad), fomentan y estimulan la lectura a través de sus temas apasionados, fabulados y vivivénciales. Acá valga destacar la labor que hizo la Editorial Urúa, la cual, a pesar de la crisis, se mantuvo en un sitial relevante en la difusión del libro y de sus exponentes portugueseños.

El espacio nos ha quedado corto para hablar de otro género que tiene que ver con la literatura y que en Portuguesa tiene gran presencia. Nos referimos al teatro. La evolución del teatro en Portuguesa amerita un tratamiento más exclusivo, puesto que es mucha la historia que se ha de contar. Sin embargo, destacamos las figuras de Domingo Araujo Jiménez (fallecido), Carlos Arroyo, Lenny Bozo, Tomás Jurado Zabala, entre otros; quienes no sólo se han valido de la escritura para inmortalizar piezas de teatro, sino que han llevado por el mundo la escenificación de las mismas, convirtiendo a Portuguesa, más allá del “charco”, en una modelo a seguir para las nuevas generaciones europeas.

Igualmente se nos queda en el tintero el asunto de los Derechos de Autor; es un tema delicado que amerita un tratamiento particular, el cual lo haremos en su momento, pero que es pertinente dejar la idea de que lo formado y creado por una persona tiene derechos y esos derechos han de ser preservados, al menos por el Estado, para asegurarle al creador vivir con dignidad y poder producir más. En Venezuela son contados los escritores que hacen valer este derecho; en Portuguesa son casi todos los que nos dejamos (por ignorancia y por ausencia de jurisprudencia) consumir por grupos de interés que valiéndose de nuestros deseos por ver materializadas nuestras ideas en formato de libro, asumen la inversión y exprimen el jugoso néctar literario. La literatura si da dinero, pero cuando se tiene una institucionalidad que preserva los derechos de sus escritores.

¿Qué lamentamos los escritores que hacemos vida en Portuguesa? La falta de atención y oportunidades de trabajo; se nos han cerrado los espacios y un ejemplo de ello fue el Festival Internacional de Poesía: no hubo una formal convocatoria a los creadores locales. Tenemos, eso sí, que agradecer profundamente a la Editorial El Perro y La Rana, quienes nos han dado un apoyo incondicional tanto a producciones literarias particulares como al trabajo integral-cultural que desarrollan grupos como el Taller Experimental para las Artes.

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