martes, 14 de septiembre de 2010

TESTIMONIO


Luis Alberto Romero: “Tinaquillo”



Estos últimos días han sido dolorosos; buenas almas han partido a su encuentro con el Santísimo; muchos recuerdos van quedando y se hace necesario dejar señales de quienes han sido y lo que han significado.

A Luis Alberto Romero, quizás poco recuerden en Guanare; es nombre de secretario de bufete; pero si a ese nombre le colocamos el alias “tinaquillo”, en la Guanare que viene de los sesenta para acá, tiene un sentido inmenso, una convocatoria con la alegría, la majadería y los juegos de pelota. Luis Alberto, alias “tinaquillo”, nación en 1943 en un pueblito pintoresco del estado Cojedes llamado tal cual el alias, Tinaquillo; de oficio definido en el área pública, hizo de su vida un esfuerzo por ser útil y por entenderse como hombre de gran carisma y de inmenso recelo hacia sus asuntos particulares. Amo, como amamos todos; y tuvo un hijo, Luis. “Tinaquillo” fue un hombre de contrastes; de carácter duro, pero de embellecidas palabras; de mirada férrea, pero de sonrisa amplia; de palabras cortas, con disimulada tilde, lleno de aventura humana, cargado de espuma, con alguno que otro sabor triste.

“Tinaquillo” no fue buen cantante. Le iba mejor jugar al dominó y a las bolas criollas; no rehuía una buena fiesta, menos la vid como compañera de las soledades. Los últimos ocho años de su vida los compartió muy integrado a las familias del edificio don Remi, en esa calle 17 que limita con el sector El Cementerio y La Arenosa, y en la cual él le dio vida, sentido, importancia. Su risa, ¡ahí su sarcástica risa! Era un referente para el chiste y la gracia. No había una historia que desconociera, sabia de todo un poco, y poco a poco lo contaba. El último parte médico develó que una aneurisma en la aorta le estaba complicando su sistema circulatorio…“Tinaquillo” dejó en la caminería del aeropuerto de Guanare una estela de amigos, de sensaciones, de cariños, de afectos; dejó unas matas que fue sembrando como tarea divina, para dejar en ellas un pedazo de su espíritu y seguir invadiendo la frescura de los días con su olor y su constancia…

Ha partido el pasado 10 de septiembre del 2010; se fue a las 6:30 de la tarde; sentado en su potrona amarilla, el frío se lo fue llevando. Una mueca débil en su rostro anunció que estaba despidiéndose…Luego, se iría, no sin antes dibujar una paz perpetúa…, una muestra de que su partida no fue con dolor; que su encuentro final tuvo una llegada. Hoy se anida en las voces de tus amigos de siempre, de tus siempre amigos: Juan, Katy, Ernesto, Marlene, Ramón, Anshar, Héctor, Cirilo, Américo, Daysi, Leonardo, Thamar, José, Obdulio, Cermeño…, entre otros. Te extrañaremos amigo; y que mejor despedida que entonar versos que reflejen el alma y la ausencia que nos dejas… Un fragmento de “Despedida”, escrita por Gabriel Zaid, retrata tu voz: A punto de morir, /
vuelvo para decirte no sé qué/de las horas felices. /Contra la corriente. Y se junta con un verso del grande Federico García Lorca, ese que tanto te gustó que recitara: Si muero,/ dejad el balcón abierto./El niño come naranjas./ (Desde mi balcón lo veo)./ El segador siega el trigo./ (Desde mi balcón lo siento)./ ¡Si muero,/ dejad el balcón abierto!

No hay comentarios:

Publicar un comentario