jueves, 20 de enero de 2011

Cuento/ El Hechicero de la Zona Alta

Por: CARLOS MANTILLA*

Más allá del pueblo de las cruces, en la carretera vía Biscucuy, en Portuguesa, se encuentra un poblado que tiene fama, porque destila en alambique clandestino, un aguardiente más fuerte que el sonjonero, que enloquece a quien lo toma. Algunos los llaman Chirrinche Guajiro, porque dicen que la formula la trajo un indio Wayú que lo destila. Por eso en las fiestas patronales de esa zona rural, las peleas a machete por cuestiones sin importancia son increíbles. Hasta que una mañana de sol radiante, en una de esas fechas del santo Patrono, que celebran con cohetes y mucha algarabía, bajaron de la montaña sus habitantes para coronar a la reina de las fiestas. Esa tarde de la elección, hubo baile y acudieron jóvenes de remotos caseríos para conocerla. Ella estaba tan alegre, y bailaba con tantas ligerezas, que muchos no percibieron, que en realidad no era la más bella. Pero aun así su belleza pasó de boca en boca, y cada quien le agregó, algo de su propia fantasía. El Chirrinche Guajiro fue haciendo efecto en la mayoría de los asistentes, a medida que trascurría la fiesta. Hasta que uno de ellos que acaba de purgar condena en la cárcel de Guanare, se enteró que los padres de la reina que coronaban, guardaba sumas de dinero en su casa. Esa misma noche armado de ganzúa y de una linterna, entro sigilosamente en la habitación. La muchacha despertó, empezó a gritar y el hombre enloquecido por el licor la asesino. Huyó sin haber podido robar ni un alfiler, sin que nadie pudiese descubrir, hacia donde se había marchado el asesino. Los familiares de la muchacha, viendo que las autoridades no lograban encontrarlo, recurrieron a buscar ayuda en Don Antonio, un “Chaman” que ejercía la hechicería. Aunque estos actos, prohibidos por la región, existen durante mucho tiempo, como una práctica clandestina, donde previo pago por su “Trabajo” este es capaz de causar enfermedades y hasta la muerte a distancia. Antes de enterrar la muerta, el hechicero decidió sentarla en una silla, y mediante pases mágicos, manifiesta su máximo poder, cuando extrae del cadáver de la victima, tras pasarle por la nariz una botella de cocuy vacía, en la que ha encerrado su espíritu, tapándolo luego para evitar que se salga. Este acto sobrenatural, que se sintió en el ambiente, demuestra que la vida persiste de algún modo después de la muerte, donde el mundo que conocemos no es real, ni esta ahí afuera, sino que existe otro, que es terrible y mágico.
De ahí en adelante, el chaman afirmó, lo que se buscaba, es que el asesino no olvidara la victima y su recuerdo lo iría a estar atormentado constantemente hasta hacerlo pagar su crimen. Semanas después el efecto se logró, cuando el asesino, no solo se entregó a las autoridades, sino que se ahorcó en su celda, porque su conciencia no lo dejaba en paz. Mas tarde el “Chaman” Don Antonio Abandonó el Poblado, Siguiendo la tradición de los hechiceros de la zona alta. Creemos que el se esfumó, como la niebla en la noche sin luna, siempre rodeado por un halo misterioso en el tiempo y en le espacio.

*.-Licenciado en Educación/Guanare – Portuguesa.

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