martes, 31 de agosto de 2010

El “Sumario” de Federico Vegas

El reciente libro de Federico Vegas (Caracas, 1950), “Sumario” (Caracas, ediciones Alfaguara, 2010), es una trama novelada de las circunstancias y protagonistas que estuvieron cerca del asesinato del político, militar e ingeniero venezolano Carlos Delgado Chalbaud (Caracas, 1909-1950); junto a su padre, Román Delgado Chalbaud, intervino en el levantamiento de 1929, contra el régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez (1922-1929; 1931-1935), en el que murió su padre.

Al fracasar este intento de golpe, viaja a París y en 1936 regresó a Venezuela, ingresando al Ejército, donde fue profesor de la escuela militar; en 1945 se sumó al levantamiento contra el presidente Isaías Medina Angarita (1941-1945), asumiendo el ministro de defensa, del gobierno democrático que presidió Rómulo Gallegos el 14 de diciembre de 1947; un año después encabezó el golpe militar que derrocó al presidente Gallegos y presidió la junta militar que gobernó el país. Para 1950, se encontraba presidiendo la Junta Militar que debía llamar a elecciones, pero las luchas internas pusieron un sabor amargo al secuestrarlo y asesinarlo en los alrededores de Caracas; de los recuerdos de ese día y de los días subsiguientes, Vegas recrea una historia única, mágica y sensible, acerca de uno de los hombres más comprometido con las causas emancipatorias del pueblo.

La obra la componen doce puntos: “Los testigos”, concretamente un inventario de los personajes que tuvieron algún roce con los hechos del 13 de noviembre de 1950; “Los hombres de Tiro Blanco y la Sierra de Coro”, que resume los comentarios y declaraciones de los secuestradores; “Las víctimas”, el reconocimiento de los afectados por los hechos, incluyendo a la víctima Carlos Delgado Chalbaud; “La familia de Rafael Simón Urbina”, se aborda el entorno familiar de quien es considerado la cabeza principal en el plan de secuestro del Presidente de la Junta de Gobierno, los motivos sobraron, sobre todo cuando esos motivos se sintetizaban en el dinero; “Rafael Simón Urbina”, se ahonda en la figura de quien para muchos fue el gran estratega de la muerte del General Chalbaud; “Los asesinos”, en donde se da un parte ingenioso de quienes participaron en el magnicidio; “Los autores intelectuales”, si bien el aporte de Vegas es mitad testimonio y mitad ficción, la revelación de ciertos elementos en los expedientes y en la información hemerográfica de la época, dan muestra que el magnicidio iba más allá de un simple asesinato; “Carlos Delgado Chalbaud”, es un aparte en donde se presenta al personaje tal cual es como persona y como entidad de referencia histórica para comprender los cambios políticos y sociales de mediados del siglo XX; “El mensaje”, crónica del sentido e impacto de un acto de barbarie; “Después del Sumario”, reflexiones acerca de lo que quedó para la historia; y “Las madres y las hijas”, espacio en donde se hace alusión a los sentimientos que afectó la partida violenta de un hombre que lo dio todo por la Patria.

En algo coincido con la escritora y periodista Milagros Socorro: “…es un relato fascinante, capaz de morder la yugular de quien tenga la fortuna de sostener (el)…libro en sus manos”. La historia no sólo se cuenta en los documentos, también en los planos abstractos e intuitivos del creador literario. Allí la fantasía se hace realidad y la realidad se embellece con los rasgos sensuales de la ficción.*.-ramonazocar@yahoo.com

Rómulo Betancourt al desnudo: acerca de “El procónsul…” de Sant Roz




En la Librería del Sur del Teresa Carreño (Caracas), se presentó el libro del profesor José Sant Roz: “El Procónsul Rómulo Betancourt. Memorias de la degeneración de un país” (Caracas, bajo el sello editorial Monte Ávila Latinoamericana, mayo 2010). El texto como tal se imprime en Guarenas, lugar de muchas andanzas del personaje en estudio: ¿será casualidad? Por otra parte, es un libro que viene a llenar un vacío importante que ha existido para la comprensión real de lo que fue la “democracia representativa”.

El autor, Sant Roz, ya nos había enterado de situaciones importantes en el ámbito de la historia nacional; sus trabajos “Bolívar y Chávez” (2003) y “Bolívar y Santander” (2005), dan plena demostración de que la historia no ha sido contada como es. Confieso que como preocupado por el acontecer histórico nacional, siempre me dejé estigmatizar por personajes como Manuel Caballero y Guillermo Morón; gente a la cual tu no te puedes acercar porque te tragan con su soberbia; son sólo ellos los portadores de una verdad, pero no tienen la decencia de guardársela, sino que la imponen. Gente como Sant Roz, que si es como escribe sé que no le va mucho eso, deberían ser los gestores de esa academia que necesita nuestro pueblo y no el disfraz, apátrida de quienes arropados en las banderas de “sus verdades” desprestigian la verdad que ha vivido el pueblo.

El libro “El Procónsul…”, de 747 páginas, con anexos de imágenes, y 94 referencias bibliográficas consultadas, sin incluir las entrevistas a personalidades que vivieron esa historia, se convierte en un referente de autoridad para profundizar el peso específico que significó Rómulo Betancourt. No porque Betancourt fuera un “mal hombre”, sino porque representó la “cola” de esa bestia creada por la oligarquía a partir de 1830. Él hizo lo que tenía que hacer: escribió un libro, “Venezuela, política y petróleo”, en el cual se muestra tal cual es…

Tocando a fondo lo anterior, valga citar el juicioso análisis que al respecto hace Sant Roz: “Venezuela, política y petróleo parece escrita por alguien que no se siente venezolano, que ve los acontecimientos de lejos, como si no le incumbiesen mucho. Va diseccionando, como un médico patólogo, frío e indiferente, que practica la autopsia al cadáver de una república desahuciada ya en 1830. En casi todas sus referencias utiliza libros, archivos y artículos de prensa norteamericanos, como si con este aval sus argumentos ganasen altura y distinción.” (p.XVI)

Rómulo Betancourt (1908-1981), el que todos conocemos, fue un político venezolano, presidente de la República (1945-1948; 1959-1964); según nos cuenta Sant Roz, nació en Guatire, estado Miranda, un 22 de febrero de 1908; se graduó de abogado y en 1928 participó en las manifestaciones universitarias llevadas a cabo contra el presidente Juan Vicente Gómez; este hecho causó su exilió en la isla antillana de Curazao, un aparte acerca de este punto lo trata con pertinencia Sant Roz, pero no lo nombro para que lean el libro.

Sant Roz inicia su ensayo haciendo alusión a la infancia y juventud del hombre de la pipa; abarca cinco partes, haciendo énfasis en los hechos del 18 de octubre del 45, sus exilios, sus acciones políticas y el reposo del caudillo, que para Sant Roz significa el auto-aislamiento, físico y anímico, de un guerrero que renunciaba a todo por “la falta de valor para enfrentar a su ex ministro (Carlos Andrés Pérez), (optando) por sacarle el cuerpo a su gestión, porque se estaba exponiendo peligrosamente a que fuera señalado también de delincuente…” (p.716)

Finalmente, “El Procónsul…”, quien se quiso crear una imagen propia, siempre terminó por parecerse a quienes atacaba o traicionaba: “…no fueron meras casualidades las coincidencias que se dieron entre Pérez Jiménez y Betancourt para derrocar a Isaías Medina Angarita, sino la confluencia de dos personalidades muy afines en sus ambiciones políticas y morales. Dos personalidades imbuidas de un mismo modelo materialista, tecnocrático, sensualista y liberal”. (p.727) Por esta, y por muchas razones más, hay que leer estas reflexiones sustentadas de un guariqueño que se fue a Mérida y que desde el trono de las montañas andinas, tiene la sapiencia de ayudarnos a describir, explicar y comprender la verdad que ha vivido el pueblo.

*.-ramonazocar@yahoo.com

domingo, 22 de agosto de 2010

La música a través de BENJAMÍN ARENAS





Autor: Banjamín Arenas
Año: 2005
Técnica: Mixta

Rodolfo Fogwill, partió hacia el horizonte…


(El escritor, de 69 años, se encontraba ingresado en un hospital por un problema pulmonar provocado por su afición al cigarrillo…)


Rodolfo Fogwill obtuvo la licenciatura en Sociología en la Universidad de Buenos Aires donde se desempeñó como profesor titular. Escribió poemas, cuentos, novelas, ensayos sobre temas relacionados con la comunicación, literatura y política. Conformó la cuadrilla de docentes de la Facultad Libre de Rosario. Se desempeñó también como empresario de la publicidad y el marketing, donde alcanzó cierto renombre. En 1980 su cuento Muchacha Punk obtuvo un importante premio patrocinado por la empresa Coca-Cola, que le permitió dedicarse a escribir. Algunos de sus textos integran diversas antologías publicadas en Estados Unidos, Cuba, México y España.


El escritor argentino Rodolfo Fogwill ha fallecido este domingo en Buenos Aires a los 69 años, según ha informado la prensa local. Fogwill se encontraba ingresado en un hospital por un problema pulmonar provocado por su afición al cigarrillo. Entre sus obras, que fueron publicadas fuera de Argentina en Latinoamérica, España y los Estados Unidos, se destacaron las novelas «Los Pichiciegos», «Urbana», «La experiencia sensible» y «Runa». Rodolfo Fogwill, autor también de la «Muchacha punk», escribió además poemas, cuentos, crónicas y ensayos sobre comunicación, literatura y política. En su última columna en Perfil, publicada el pasado día 13, prometía «chismes e infidencias» del mundillo editorial que finalmente se llevó a la tumba.

Rodolfo Fogwill fue un escritor de los que escasean, alguien que sabía disfrutar del placer estético y que ponía a la belleza y a la perfección estilística por sobre todas las cosas, incluidos los compromisos políticos, los códigos de convivencia y la buena educación. “A partir de hoy todo va a ser mucho, pero mucho más aburrido”, ha dicho el escritor Guillermo Piro; Fogwill era padre de Andy, reconocido director publicitario, y de la actriz Vera Fogwill.

Entrevista que se le hiciera a Fogwill el 25 de marzo del 2006, por Martín Kohan.

Fogwill, en pose de combate

El relato "Los pichiciegos", de Fogwill, arroja datos en clave para dar cuenta de "yo me avivé y que todos los demás son unos pelotudos". Pese a que trabaja su autoimagen se considera un escritor "sin estrategia". Sus habituales andanadas se reparten esta vez para Beatriz Sarlo, Ricardo Piglia, y es más duro aún con Alan Pauls, el autor de la novela "El pasado".

En pocos días estará en la calle una nueva reedición de Los pichiciegos y con la reedición se despierta su autor, Fogwill, escritor-personaje, famoso por cierta gestualidad calculadamente excéntrica y por sus latigazos provocativos. También por la tensión que mantiene entre deseo y rechazo hacia un parnaso literario argentino, si tal cosa existiera, y por los severos juicios que suele arrojar sobre sus pares narradores.


Cualquier novela que se reedita permite pensar en las diferencias que puede haber entre el momento en que se publicó y su relanzamiento. Pero Los Pichiciegos es un libro tan pegado a Malvinas y a la situación en 1982, en la escritura y en lo que quería ser su publicación, que es posible imaginarlo más afectado por los diferencias de las condiciones de una reedición. El, Fogwill, sin embargo, no lo ve así.

-Yo lo veo al revés. Creo que hay libros buenos -bah, buenos; del nivel de Los Pichiciegos- de aquella época, que hoy ya no se pueden leer. No voy a decir que Flores robadas en los jardines de Quilmes, de Jorge Asís, o cosas por el estilo, pero hay muchos libros que hoy resultan usados. Ningún libro de esa literatura de la desapariciología, que se puso de moda... ninguno de esos libros hoy se puede leer.

-Lo que pasa es que "Los Pichiciegos" es un libro concebido desde cierta inmediatez que también quería ser una intervención. No solamente lo escribís pegado a los hechos, sino que también estás queriendo que el libro salga lo más pronto posible.
-En esa época yo vivía en un piso décimo, mi mamá vivía en el quinto. Yo bajaba, al mediodía, y a la tardecita, a morfar algo, y estaba el televisor prendido todo el tiempo. Esa fue mi única relación con Malvinas. Y en mi laburo... Yo había salido de la cana, y me tomaron como director creativo de la agencia de publicidad que era de la familia del presidente (Roberto) Viola, que ostentaba todas las cuentas publicitarias de las empresas intervenidas por el gobierno. El presidente de la agencia era un amigo de Viola, y el vicepresidente era además el vicepresidente del Banco Central en ese momento, el brigadier Cabrera. Entonces, la agencia era también un lugar donde se reunían los generales a charlar boludeces, a tomar whisky, y a hablar sobre cómo iban a ganar la guerra. Una vez, incluso iba en remís con el brigadier Cabrera, pasamos por la estación Constitución, para tomar lo que después fue la autopista. Y le digo: "Qué buena arquitectura". Me dice: "Sí, es maravillosa". "¿Sabe quién tiene los planos de esto? ¿Sabe dónde están?" "No", me contesta. "Ah, le aviso que están en el Banco Lloyds de Inglaterra; porque esto está asegurado en Inglaterra. Y ellos lo pueden hacer mierda en un minuto. Y ustedes no saben dónde están los caños". Se quedó así duro el tipo, ¿no? Estaba el general Saá -un general en actividad-, porque el hijo de él laboraba en la agencia; era un abogado, Teófilo Saá. Y entonces, dice: "General, si usted odia tanto a los ingleses, ¿por qué toma tanto whisky?" Y el general dijo: "Pa'mearlo". Eran mamertos, eran curdas de cuarta.


-¿Cómo conseguís armar el registro de la novela en torno de la situación de los combatientes?
-Fue un experimento mental. Me dije: "Sé de..." Yo sabía mucho del Mar del Sur y del frío, porque yo sufrí mucho del frío navegando. Sabía de pibes, porque veía a los pibes. Sabía del Ejército Argentino, porque eso lo sabe todo tipo que vivió la colimba. Cruzando esa información, construí un experimento de Ficción que está mucho más cerca de la realidad que si me hubiera mandado a las islas con un grabador y una cámara de fotos en medio de la guerra. Con la inmediatez de los hechos te perdés.


- Vos hablabas de cómo envejecen ciertas novelas. Pero también está el envejecimiento de los testimonios de los excombatientes. "Los chicos de la guerra" sale ese mismo año.
-Bueno, para mí fue un golpe lo de Los chicos de la guerra. Primero, porque me lo robaron -me lo robó la Editorial Galerna, que conste-, y segundo, porque creó una mitología, muy parecida a la de Pichis, que podía impedir la venta de mi libro. No la impidió; el libro anduvo en la escala en que puedo andar yo.

-Pero en "Los Pichiciegos" hay un principio de descreimiento en la guerra y en toda la mitología nacional. Eso en los testimonios no está, todo lo contrario.

-No está, pero... acá sumaron cuatrocientos suicidas. ¿Vos crees que el suicidio es cualquier cosa? Beatriz Sarlo escribe un artículo sobre Los Pichiciegos, que a mí no me gusta -digamos, no defiendo su interpretación-, pero dice una cosa muy inteligente. Dice que en la situación límite, todo argentino es un muerto, porque carecen de Nación. Creo que Sarlo lo escribió doce años después de su primera lectura. Escribió una segunda lectura cuando ya no estaba Alfonsín. Lo escribió bajo Menem. Cambiaron sus condiciones. Y entendió que lo que yo estaba escribiendo era contra el alfonsinismo, que yo veía, porque yo también trabajaba en Socma y sabía cómo se estaba fabricando el tránsito a la democracia. En realidad, ellos apostaban a (Italo Argentino) Luder, el candidato del peronismo, pero el plan cultural de la democracia lo escribí yo, en Socma, para Luder. Era uno de los tantos miles de papers que salían para proyectos de gobierno.

-Es lógico que una lectura pueda cambiar diez años más tarde. ¿Qué pasó entonces cuando "Los pichiciegos" se reeditó en el año 1994, y qué idea tenés sobre cómo puede ser leído el libro en la actualidad?

-La novela tuvo al principio unos catorce ejemplares, y después fotocopias, que se editaron en Brasil. Ponele que esos catorce ejemplares los hayan leído tres personas cada uno. Hay setenta y dos lectores del libro antes de que termine la guerra, antes de que llegue el Papa a la Argentina. Muchos de ellos eran periodistas de diarios, y todo lo demás. Ese es mi crédito. Cualquier tipo que lo leyó en enero del ''84, cuando el libro llegó a las librerías, en plenas vacaciones, cuando dice que los radicales volverán al gobierno, cuando los pibes hablan de que tienen que votar, creen que está escrito después del llamado a elecciones. Y yo, el día que empezó la guerra, dije: "Esto termina con una elección". Más aún, un año antes, yo había publicado un cuento -malo, ponele que malo-, que es Música japonesa; era un costumbrismo argentino, la historia de un jubilado viejo que va al hospital, que odia a los radicales mientras se dice que van a volver al gobierno. Bueno, ahí yo ya estaba viendo las reuniones que Viola tenía con (Raúl) Alfonsín. Usé la literatura como buzón. Como en otro libro, también usé el buzón en la guerra sucia. Yo deposito en clave un montón de datitos, para que vean que yo me avivé y que todos los demás son unos pelotudos. Es la venganza del tipo que entiende. Y esos datitos tienen un valor literario, obviamente, ¿no?

-Vos tuviste también un posicionamiento en la literatura, bastante fuerte, sobre la década menemista. Vos decías: "Quiero escribir la novela del menemismo, así como otros escribieron la de la dictadura". En tu caso, además, eso estuvo muy pegado a una decisión estética, que era la de hacerlo en clave de realismo, cuando "Los Pichiciegos" no es una novela realista en lo más mínimo.

-No, no es realista, pero sin embargo hay un realismo muy fuerte, que es el peso de la esencia sobre la realidad, de alguna manera. La esencia argentina sobre la realidad. Yo no escribí la novela del menemismo; muchos dicen que - Vivir afuera- es eso, pero no, porque no logré captar eso. El menemismo está en - Los Pichiciegos- , en la imagen del turco. Aguante y merca, merca, merca. No tiene enemigos. Ese personaje es el que prefigura el menemismo. Eso lo ve, en pleno menemismo, Sarlo.

-Déjame volver a la cuestión del realismo.

-Yo creo que lo real real... para mí es mucho más real lo inaccesible e invisible, como es el genoma humano, que la condición de la corrupción política. Yo digo: nosotros tenemos un genoma histórico, por decirlo de alguna manera, y yo trabajé sobre ese genoma histórico, con el microscopio de la imaginación ficcional. Es muy así.

-En la comparación con "Vivir afuera", o con "La experiencia sensible", se puede entender mejor hasta qué punto "Los Pichiciegos" es una novela fuertemente referencial, pero que no por eso asume una representación realista.
-No, para nada. Está escrita con doce gramos de cocaína en dos días y medio. La realidad no existía para mí. Digamos, yo resistía cuando dormía catorce horas, iba a laburar, después de tres días sin dormir, y ahí me topaba con la realidad. Entonces me decían: "No vino a la reunión de ayer", y yo no sabía dónde estuve. ¿Entendés? Digamos, no tenía realidad. En realidad Los Pichiciegos uno podría leerlo como una alegoría del sistema cultural argentino. Las acomodaciones, los intercambios, los cambios de camiseta, la sumisión a un poder autogenerado. Porque los Reyes Magos se autogeneran, por el azar de la amistad. Hoy en día tenemos un gobierno que está generado -el núcleo de poder- por el azar de la amistad. Vos mirá el gabinete, cómo se compone, y de golpe puede haber una figura -Taiana, equis-, que puede ser una figura de una carrera política o de una carrera social significativa, pero en general, son figuras de un departamentito, que se reunían hace quince años en un pueblito de provincia. Lo mismo pasa con el poema Gran Menem, que yo publiqué un año antes de que saliera la campaña publicitaria de Menem, "Menem lo hizo", y es un "Menem lo hizo". Cuando lo leía, en ese momento, antes de que saliera -porque yo lo leía en público-, se cagaban de risa, creyendo que era un delirio de un loco.

-¿Y por qué decís que no funcionó esa idea que tenías de hacer la gran novela del menemismo?
-Porque Vivir afuera es una novela casi te diría intimista. Porque es eso. Ahora la leo y no veo ninguna doctrina, está escrita por un tipo que llevaba ya -y sí, bueno, ahora llevo más- quince años ausente de la realidad mediática; yo no miré televisión en quince años, no sé ni quiénes son los tipos estos que todo el mundo nombra. Entonces, si no tenés ese elemento, estás muy lejos de lo real público.

-Más en aquellos años con el peso aplastante que tenía lo mediático.

-Claro, en el 80, yo, por ejemplo, era un mediático internacional; leía la prensa inglesa, la prensa brasileña y leía Times... y cerraba con eso. Eso me llevó mucho a entender lo de Malvinas cuando apenas empezaba. En esa época, vos, con ese background, entendías todo. Entendías todo. Así empezó Los Pichiciegos. Yo estaba escribiendo una novela que se llamaba Amor a Roma, que era sobre la Logia propaganda Dos, la P2, de Lucio Gelli Y venía muy embalado, era para terminar en tres días, y llego a lo de mi vieja, a las seis de la tarde -venía de mi oficina-, y mi vieja estaba enferma, tenía cáncer, y me dice: "¡Hundimos un barco!". Y entonces, yo escribí, en esa novela "Mamá hundió un barco". Y ahí arrancó Los Pichiciegos.

-¿En un punto no te da cierta inquietud que "Los Pichiciegos" pueda quedar en el centro de tu obra?
-No, me chupa un huevo. Bueno, si fuera, sería así. Pero no, no me preocupa. Y además, porque yo creo que lo taparé con otras cosas, ¿viste? Suponte ahora, con una ópera y una obra de cámara. Estoy armando... no una ópera de cámara, no sé, una escena de cámara, con La siesta del fauno, de Mallarmé, ambientada en el Paraná. Vos viste que Juan L Ortiz es Mallarmé. Volví a las fuentes e hice una historia de una violación, que es la historia del Fauno y las Ninfas, de Mallarmé. Todo con clichés de Mallarmé. Esas minas, las quiero eternizar, dice el chamamecero. Yo tengo esos tapones, ¿viste? No sé, un día escribiré una cueca, no sé, una zamba.

-Lo pensaba en términos de tu escritura.

-No me crea inquietud. Mi inquietud es que realmente -y esto es una confesión- la fuerza, mía y ajena, que había en Los Pichiciegos, no la voy a volver a tener nunca, porque no voy a volver a tener nunca cuarenta años, soy un viejito de sesenta y cuatro. En serio, no es chiste eso. Igual que las minas, ¿viste? Los tres polvos aquellos al hilo, se acabó. Ahora es al hilo mensual. Y sí. Y qué vas a hacer, si la realidad es así. Esa fuerza no vuelve.

-Igual es interesante porque lo seguís pensando en términos de tus condiciones de escritura. Yo había pensado más que nada en los lugares de los libros leídos, no en tu escritura.

-Yo vengo sin estrategia y seguiré sin estrategia. No te olvides que publiqué Una pálida historia de amor y La buena nueva de los libros del Caminante, con requechos de papel abrochados. Nunca tuve una estrategia. Y si al comienzo no la tuve, no la voy a tener ahora.

-Podés no tenerla en la escritura, pero sabés que en eso que se llama imagen de escritor, o figura de escritor, sos uno de los tipos a los que se considera más estrategistas.
-Sí, sí. Pero digamos que es una estrategia inconsciente, como esos boxeadores que son estrellas sin haber tenido una formación técnica. Fijate en Francia. En Francia, yo entro de la mano de Alejandro Agresti. Porque a mí me conocen por la película de Agresti -Buenos Aires viceversa-, y ahora me invitan a un congreso en Toulouse, para hablar de la memoria... En realidad, debe ser financiado por el lobby del Holocausto, porque en realidad quieren seguir mostrando judíos muertos en Polonia, asesinados por los alemanes. Y bueno, dale, total, yo ahí voy a decir mi discurso, obviamente; no voy a decir el discurso del gobierno francés.

- ¿Vas a hablar del lobby del Holocausto?

-Por supuesto. Obviamente.

-Con respecto a la cuestión de figura de escritor, me llama la atención que se tiende a estar más atentos a lo que históricamente pasa con los libros; cómo funcionan en un momento, en otro, si se desgastan, si no se desgastan, si ganan vigencia, si pierden vigencia. Y parece quedar afuera esa construcción de figura de escritor, que en tu caso es tan fuerte. ¿Hay un desgaste también ahí, o no pensás que puede haber un desgaste?
- Si no se gastó en veinticinco años, no se va a gastar.

- Una definición muy fuerte que siempre se genera a propósito de tu lugar gira en torno de la figura del francotirador. La palabra aparece muy seguido asociada a vos ¿Seguís pensándote exactamente igual?

-Sigo tirando franco sin saberlo. El otro día publiqué una nota en La voz del Interior sobre un festival de música en el concheto balneario uruguayo de José Ignacio. Y las fuerzas vivas del pueblito José Ignacio, la Junta Vecinal, se armó de una copia, y ahora me llega el mensaje, que estaban contentísimos, que eran felices y todo lo demás, porque intervine en una interna de propiedades que yo no tengo la menor idea que existe.

-Y vos tocaste eso.

-Toqué el tema, digamos, de los paraísos artificiales de la burguesía, que celebran una vida sana, ecológica, sin velocidad, sin ruidos, sin toxinas, sin pobres, siendo que la pobreza, la toxicidad, la polución y todo eso, son producto de su propio afán de lucro. Y lo tuvieron que leer, se lo tuvieron que bancar. Pero estaban contentos.

-Hay una anécdota tuya que me pareció significativa: cuando le leen a Borges un cuento tuyo, pero lo hacen salteando en la lectura las partes demasiado fuertes...
-Ese era Enrique Pezzoni. Lo hace Pezzoni, la primera vez, y lo hace Josefina Delgado la segunda.

-Borges elogia el cuento, diciendo que sos un maestro de la elipsis.
-Ahora, vos fíjate que pasado tanto tiempo, hace dos años vuelvo a leer El Aleph- , y veo cuánto más logrado está - El Aleph- que mi versión.

-Help a él.

-El que puede leer bien El Aleph, con menos palabras y una experiencia más breve, le quedan grabadas más cosas que el que lee Help a él. Porque al final, con tanta caca, y polvo, y sangre, y explosión y droga, con todo eso, se pierde la esencia de los celos, la muerte de la mujer. Digamos, las variables antropológicas fundamentales de lo narrativo. Se pierden. Porque al final, la coprofagia, la coprolalia, la drogología que hay en Help a él, eso sí es de época; es mucho más de época que la Guerra de Malvinas. Porque en las policiales ya no queremos saber nada del impermeable blanco, ni del Colt 38. Nos aburre. Cuando vos ves, por ejemplo, en La ciudad ausente, de Piglia, que empieza con ese Junior, con un impermeable blanco, cruzado, que busca un papel, con una clave de algo, bueno...

- De todas maneras, con ese cuento haces el clásico gesto parricida. Sobre parricidio, en la literatura, se habla muchísimo. Sobre fratricidio, menos; sobre filicidio, menos, o no se habla. ¿Por qué no pensar que hay fratricidio y filicidios también en la literatura?
-No, fratricidio no hay porque no es necesario. Por ejemplo, a Sergio Bizzio puedo yo considerarlo alternativamente como un hermano, en cuanto a que si no somos de la misma generación, somos tipos que empezamos al mismo tiempo. Cuando Sergio publica Rabia, que es una novela mejor que la novela que yo pude haber escrito en esos años, está cometiendo, sin saberlo, un fratricidio; me está matando, me está robando el lugar. El fratricidio es parte del proceso natural de la literatura; cagar a los pares. El parricidio es una operación retórica de la estrategia. Es la vieja escena táctica del tipo que llega a un pueblo, va al bar y espera que aparezca el más malo para faltarle el respeto. Es un truco politiquero y muy usado. Si sale bien, ganaste; si sale mal, vas a otro pueblo a desafiar a otro, con lo que quede del cuerpo.

-Vos decís que el fratricidio funciona solo.

-Claro. Por ejemplo, mis hermanos, ¿cuáles serían mis hermanos? Por generación: Héctor Viel Temperley, Leónidas Lamborghini, César Aira, Sergio Bizzio, no sé... algunos más. Si yo pudiera escribir un gran libro de poemas que borre del mapa la memoria de Viel Temperley, estaría cometiendo un hermoso fratricidio.

-¿Y filicidio?

-Bueno, filicidio, si yo escribiera lo que pienso de El pasado de Alan Pauls, cometería un filicidio. Porque Alan sí, no es un par para mí, es casi un hijo, porque lo conocí a los dieciocho años, cuando él era alumno de Piglia, laburaba conmigo en mi oficina... El le dijo una vez a mi hijo que yo era como un padre para él. Si yo escribiera -que lo tengo escrito, mentalmente- El pasado leído desde adentro...

-¿Qué quiere decir "leído desde adentro"?

-Yo soy el personaje. El primer hombre que usó calzado náutico, lapicera Mont Blanc, Dupont. Además, soy el eje, porque soy el tipo que hace aparecer después el cuadro de Ritse. Digo, él hace un parricidio malo, porque a lo largo de todo eso, hace la misma operación de Borges: que los mocasines, que la modernidad, que la droga, que esto, que lo otro, que el yate, que la regata Río de Janeiro-Ciudad del Cabo. Todo eso. Y en ningún momento dice que yo escribo mejor que él. Y eso es lo primero que tendría que decir. Yo digo, por ejemplo, él sabe mucho más francés que yo. Punto. El tiene una mejor formación académica que la mía, que es nula. Eso lo reconozco. Pero yo sigo diciendo que yo escribo mucho mejor que él. Que si vamos a un taller literario, con alguien, el alumno estrella voy a ser siempre yo, porque me van a dar un ejercicio y yo una página se la hago en tres minutos, cuando él empieza a pensar con qué estrategia abordar -abordar subrayado- el texto ¿Entendés?

-Ahora, vos decís "si yo dijera", pero lo estás diciendo. Vos confiás en que no lo voy a poner.
- No, no, vos podés poner lo que quieras. Sobre el filicidio, yo me quedé pensando en otra cosa, que es la filifilia. Yo digo, padezco más de filifilia, porque a mí lo que más me emociona es encontrar tipos muy nuevos, muy jóvenes, que son muy buenos. Y especialmente eso me pasa en poesía, no me pasa en narrativa. Me pasa en poesía.

-Ahí vos tenés intervenciones sobre Martín Rodríguez o sobre Alejandro López.
-Alejandro López me parece un fenómeno. Me parece un fenómeno, nada más. De Martín Rodríguez, Maternidad Sardá es una obra maestra. Y te digo, me tuvo en vilo una semana; un librito chiquitito. Que no me pasa con un narrador bueno.

-¿Y el lugar que te dan a vos? Por momentos tengo la impresión de que te empiezan a copiar los gestos del escándalo.

-Está bien. Déjalos, les va a salir como el culo.


-Pero entendéis a qué voy. Que en un punto, es más fácil retomar tu gestualidad de figura de escritor, que rastrear dónde está la recuperación de tu literatura, de tu escritura.
-A mí me parece que sería muy original, para un pibe que tiene una beca en Harvard, o en Columbia, escribir sobre tres textos, ya que estamos. Pichiciegos -porque ya que estamos hablando de Los Pichiciegos-, Plop de Rafael Pinedo, y La ilusión monarca, de Marcelo Cohen. En Pinedo hay dos sexos, pero La ilusión monarca también es una novela homosexual. Los Pichiciegos es homosexual, la única mujer que aparece es la Virgen María, y aparece como una... como una aparición. Y hay que bancarse una novela de intensa sexualidad, ¿no?, sin presencia de mujeres, sin testigos femeninos. ¿Notaste que María aparece como las desaparecidas?

-Sí, y con cuentos de aparecidos. Es el momento de los cuentos de aparecidos. En ese momento haces aparecer a Manuel Puig.

-Sí. Y a Borges; Acevedo era Borges. Para mí era mi paradigma. Mirá si pudiera sacar el diez por ciento de Borges y el diez por ciento de Puig. Yo con ese veinte por ciento hago una industria.

- ¿Seguirías pensando tu literatura o estás pensando lo que escribís en esa relación ideológica con el presente de la política argentina?
-Mirá lo que es la vejez. Estoy terminando una novela hace tiempo, y la paro siempre por razones de poesía, ¿no?, y no me acuerdo nada. Es una novela posmoderna. Está anclada en una realidad rara, está más anclada en la realidad de los desarrollos inmobiliarios. Es una historia en las Termas de Flores. Como el barrio de Flores adquiere mucho significado en el mundo, como La Boca y San Telmo, un señor que tiene tierras en Ezeiza, encuentra agua caliente, salada, que existe ahí abajo, a cuatrocientos metros de profundidad, dice que metió una bomba de cuatro mil metros de profundidad, y hace unas termas. Hace La Salada, pero de súper elite. Hace un spa, y le pone el nombre de Flores, como el barrio de Flores, donde nació Aira.

-Lo mencionaste vos, pero uno en seguida empieza a pensar en Aira.
-No, no, pero la novela empieza en la calle Bonorino, cuando el tipo va en un taxi por la calle Bonorino. Pero es una cosa completamente posmoderna. Pero está el tema de la desorganización social, del terror, del aislamiento de los ricos. Pero no hay ejes políticos que tengan referente mediático. Y no sé, creo que el ciclo ese del aparente realismo anclado en la política argentina murió.

-¿Porque estéticamente cómo sería esto que estás escribiendo ahora?
-Y, sería tributario de La luz argentina, de Aira.

-Vos nombraste "La luz argentina", cuando decías que querías escribir la novela del menemismo. Dijiste "Yo querría escribir sobre el menemismo lo que La luz argentina fue a principios de los 80".

- Ah ¿sí?
-Sí, sí.
-Mirá vos, tengo el trauma ése. ¿Qué querés que te diga? Una cosa con relación a tu pregunta inicial. Volví a leer, después de treinta y tres años de diferencia, Hombres de a caballo. Ojala le pase a cualquiera con Los Pichiciegos lo que me pasó a mí con "Hombres de a caballo". Es vigente... Digamos, si uno acepta ese modelo, es vigente. Y es un trabajo titánico. Es un Vargas Llosa. Es un titán, Viñas.

HOMENAJE: último poema de Rodolfo Fogwill* (publicitado en junio del 2010ª través de la web)

SE NECESITAN MALOS POETAS

Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas
malos.


Dos, cien, mil malos poetas
se necesitan más para que estallen
las diez mil flores del poema.


Que en ellos viva la poesía,
la innecesaria, la fútil, la sutil
poesía imprescindible. O la in-
versa: la poesía necesaria,
la prescindible para vivir.


Que florezcan diez maos en el pantano
y en la barranca un Ele, un Juan,
un Gelman como elefante entero de cristal roto,
o un Rojas roto, mendigando
a la Reina de España.


(Ahora España
ha vuelto a ser un reino y tiene Reina,
y Rey del reino. España es un tablero
de alfiles politizados y peones
recién comidos: a la derecha, negros, paralizados, fuera del juego).


Y aquí hay torres de goma, alfiles
politizados y damas policiales
vigilando la casa.


A la caza del hombre,
por hambre, corren todos, saltan
de la cuadrícula y son comidos.


Todo eso abunda: faltan los poetas,
los mil, los diez mil malos, cada uno
armado con su libro de mierda. Faltan,
sus ensayitos y sus novelas en preparación.
Ah… y los curricola,
y sus diez mil applys nos faltan.


No es la muerte del hombre, es una gran ausencia
humana de malos poetas. Que florezcan
cien millones de tentativas abortadas,
relecturas, incordios,
folios de cartulina, ilustraciones
de gente amiga, cenas
con gente amiga, exégesis, escolios,
tiempo perdido como todo.


Se necesitan poetas gay, poetas
lesbianas, poetas
consagrados a la cuestión del género,
poetas que canten al hambre, al hombre,
al nombre de su barrio, al arte y a la industria,
a la estabilidad de las instituciones,
a la mancha de ozono, al agujero
de la revolución, al tajo agrio
de las mujeres, al latido
inaudible del pentium y a la guerra
entendida como continuidad de la política,
del comercio,
del ocio de escribir.


Se necesitan Betos, Titos, Carlos
que escriban poemas. Alejandras y Marthas
que escriban. Nombres para poetas,
anagramas, seudónimos y contraseñas
para el chat room del verso se necesitan.


Una poesía aquí del cirujeo en la veredas.
Una poesía aquí de la mendicidad en las instituciones.
Una poesía de los salones de lectura de versos.


Una poesía por las calles (venid a ver
los versos por las calles...)
Una poesía cosmopolita (subid a ver
los versos por la web...).
Una poesía del amor aggiornado (bajad a ver
poesía en el pesebre del amor...)


Una poesía explosiva: etarra, ética,
poéticamente equivocada.
En los papeles, en los canales
culturales de cable, en las pantallas
y en los monitores, en las antologías y en revistas
y en libros y en emisiones clandestinas
de frecuencia modulada se buscan
poetas y más malos poetas:
grandes poetas celebrados pequeños,
poetas notorios, plumas iluminadas,
hombres nimios, miméticos,
deteriorados por el alcohol,
descerebrados por la droga,
hipnotizados por el sexo
idiotizados por el rock,
odiados, amados por la gente aquí.
En las habitaciones se buscan.
En un bar, en los flippers,
en los minutos de descanso de la oficina,
entre dos clases de gramática,
en clase media, en barrios
vigilados se buscan.


¿Habrá en la tropa?
¿En los balnearios, en los baños
públicos que han comenzado a construir?
¿En los certámenes de versos?
¿En los torneos de minifútbol?
¿Bajo el sol quieto?
¿A solas con su lengua?
¿A solas con una idea repetitiva?
¿Con gente?
¿Sin amor?


No es el fin de la historia, es
el comienzo de la histeria lingual.


Todo comienza y nace de una necesidad fraguada en la lengua.
Falsifiquemos el deseo:
Te necesito nene.
Para empezar te necesito.
Para necesitar, te pido
ese minuto de poesía que necesito, necio:
quisiera ver si me devuelves el ritmo de un mal poema,
que me acarices con sus ripios,
que me turbes la mente con otra idea banal,
y que me bañes todo con la trivialidad del medio.


Y en medio del camino, en el comienzo
de la comedia terrenal, quiero vivir
la necedad y la necesidad
de un sentimiento falso.


Se necesitan nuevos sentimientos,
nuevos pensamientos imbéciles, nuevas
propuestas para el cambio, causas
para temer, para tener,
aquí en el sur.


Y arriba España es un panal
de hormigas orientales:
rumanas, tunecinos,
suecas a la sombra de un Rey.
Riámonos del Rey.
De su fealdad.
De su fatalidad.
De Su Graciosa Realidad.
La realidad es un ensueño compartido.
La realidad de España
es su filosa lengua pronunciando la eñe
y su mojada espada pronunciando el orden
del capital y la sintaxis.


¡Ay, lengua:
aparta de mí este cuerno de la prosperidad clavado en tu ingle,
suturada de chips, y cubre
nuestras heridas con el bálsamo de los malos poemas…!

martes, 17 de agosto de 2010

LA ESCALERA DE JACOB de Heny Gee






(Editorial Paidós, Barcelona-España, traducción de Yolanda Fontal, 2006)


Cuando leemos el título de “La escalera de Jacob”, nos viene la idea de una escalera mencionada en la Biblia (Génesis 28:11-19), por la que los ángeles ascendían y descendían del cielo; fue vista por el patriarca Jacob durante un sueño, tras su huida por su enfrentamiento con su hermano Esaú. Pero también “La escalera de Jacob” (Jacob's Ladder), es una película realizada en 1990, por Adrian Lyne, donde trabajaron Tim Robbins, Elizabeth Peña, Danny Aiello, Matt Craven, Pruitt Taylor Vince, Jason Alexander, Patricia Kalember, Eriq La Salle, y Ving Rhames; con el guión de Bruce Joel Rubin, en el género de terror. Ahora bien, acerca de estos llamados de “La escalera de Jacob”, a la que vamos hacer referencia acá, es al texto de Heny Gee que nos recrea en la historia del genoma humano, tan importante para reconocer el origen genético de la especie humana.

El genoma humano es el genoma (del griego ge-o: generar, que genera, y -ma: acción) del Homo sapiens, es decir, la secuencia de ADN contenida en 23 pares de cromosomas en el núcleo de cada célula humana diploide. De los 23 pares, 22 son cromosomas autosómicos y un par es determinante del sexo (dos cromosomas X en mujeres y uno X y uno Y en hombres). El genoma haploide (es decir, con una sola representación de cada par) tiene una longitud total aproximada de 3200 millones de pares de bases de ADN (3200 Mb) que contienen unos 20.000-25.000 genes (las estimaciones más recientes apuntan a unos 20.500). De las 3200 Mb unas 2950 Mb corresponden a eucromatina y unas 250 Mb a heterocromatina. El Proyecto Genoma Humano produjo una secuencia de referencia del genoma humano eucromático, usado en todo el mundo en las ciencias biomédicas. En este aspecto, el trabajo de Henry Gee, “La Escalera de Jacob”, es la historia de todo ese proceso de avance teórico y experimental que hizo posible descifrar el código genético. Henry Gee (nacido en 1962 en Londres, Inglaterra), es un británico paleontólogo y biólogo evolutivo, editor senior de la Naturaleza, la revista científica. Entre sus publicaciones se destacan: En busca del tiempo profundo; Una guía del campo a los dinosaurios con ilustraciones de Luis Rey, y La Ciencia de la Tierra Media.

“La escalera de Jacob”, ofrece una explicación sencilla de lo que realmente revela la secuenciación del genoma humano; se muestra que conocer la secuenciación es sólo el comienzo de una gran aventura, como ver las letras y las palabras en el acto de leer. La próxima frontera es comprender fragmentos de las conversaciones entre los genes: cómo interactúan para dirigir el crecimiento de un organismo. El autor nos lleva al núcleo de esa conversación, aclarando cómo los genes gobiernan la milagrosa transformación de una única célula madre en un ser humano y cómo continúan dirigiendo el desarrollo diario de esa persona durante el resto de su vida. Gee cuenta la historia de lo que se sabe sobre el genoma y lo que es probable que descubramos en un futuro más o menos próximo. A medida que avancen el conocimiento, el hombre será capaz de dirigir con creciente autoridad las conversaciones entre los genes, no sólo realizando intervenciones médicas, sino creando guiones enteros sobre el nacimiento, la descendencia y la diversidad.

POEMA DE SILVIO HERNÁNDEZ












Esta mesa es un largo río
por donde mi padre dejó correr
su vida

Esta mesa es una cuerda
cortándonos el aire.

En esta mesa
miramos el vacío
que entra y sale como buen paisano.

En esta mesa los sueños se nos pudren
porque el ahogo del tiempo
es implacable

En esta mesa crece un riachuelo
de lágrimas
por donde nacen espejos
que esconden
nuestros
rostros.


Del libro: “Anden para la incertidumbre”.

*.-Silvio Hernández (Guanare, 1959). Docente, poeta, narrador y artesano de los títeres; ha publicado un centenar de obras narrativas y de poesía. Es uno de los poetas más líricos de la llamada generación de los noventa.

martes, 10 de agosto de 2010

Juan Marichal, maestro y amigo, ha muerto en México




Por: MARTÍNEZ SOLER
(Fuente: http://blogs.20minutos.es/martinezsoler/2010/08/10/juan-marichal-maestro-y-amigo-ha-muerto-en-mexico/)



Acabo de recibir, con tristeza y emoción, la noticia escueta que me envía su hijo desde Cuernavaca (México). Dice así:
“Hoy, 8 de agosto, ha fallecido Juan Marichal, tras una breve enfermedad.
No sufrió por la rapidez del mal, y yo en el momento de su muerte le encomendé viajar a las Islas Encantadas para encontrarse con Solita.
Un abrazo muy fuerte
Carlos Marichal


A medianoche, con la claridad del crepúsculo, pues es casi noche blanca donde me encuentro, en Alesund, en el noroeste de Noruega, me faltan palabras para expresar la tristeza que me ha producido la muerte de este enorme maestro y querido amigo.

Allá por donde pasó, don Juan Marichal, catedrático de la Universidad de Harvard, puso muy alto el nombre de España, de su Literatura y de su Historia y dio a sus discípulos un entroque noble con el pasado español anterior la guerra civil, a la Dictadura y al exilio forzoso de tantos maestros que nos dejaron huérfanos de orgullo y de conocimientos en nuestro exilio interior.

Con mi pésame, le he dicho a su hijo Carlos que es una verdadera lástima no haber publicado, mientras estaba con vida, las conferencias que su padre dio en Harvard, un libro imprescindible para quienes crecimos en plena Dictadura.

Recuerdo ahora con mucha emoción mi visita a Cuernavaca y mi último encuentro allí con don Juan Marichal. Sus últimas palabras al despedirnos, cuando ya estaba muy débil de salud, fueron las de Manuel Azaña: “Paz, Perdón, Piedad”. Salí de su casa, emocionado, con la convicción de que no volvería a verle vivo. Desgraciadamente así ha sido. Que pena.

Es muy tarde y no se si conseguiré conexión al blog, tan lejos de España y tan cerca del Polo Norte. Pero quiero dejar escrito, en este triste momento, que ha sido un inmenso privilegio haber tenido de maestro al profesor Marichal. Sus clases cambiaron mi vida y la idea –amputada- que tuve de la historia de mi pais, hasta que di con él en su exilio de Estados Unidos. Desde entonces, recién muerto el dictador y llenos de esperanza por un futuro en libertad y en paz para todos los españoles, he compartido con don Juan muchos afectos y no pocos sueños. Mi recuerdo también va ahora para su esposa Solita Salinas que nos dejó un gran vacío cuando murió en su casa de Mexico hace unos años.
Descanse en paz el amigo y el maestro Marichal junto a Solita, su apoyo más firme y su fuente de inspiración permanente.

Copio y pego, a continuación, un resumen del curriculum del professor Marichal para quienes quieran saber algo más sobre su vida y su obra:

JUAN MARICHAL (Santa Cruz de Tenerife, Canarias, 1922)

Nació el 2 de febrero de 1922 en Santa Cruz de Tenerife. Durante la Guerra Civil, acompaño a su tío (diputado socialista por el Puerto de la Cruz) en las ciudades de Madrid, Valencia y Barcelona, de donde salió en 1939 para Francia. Estudió en París pero, ante la amenaza de la invasión alemana, Juan y su hermano Carlos partieron para Casablanca, desde donde se embarcaron en 1940 para México, cruzando el Atlántico en un navío portugués en una época de intensa guerra naval. Llegó a Veracruz y de allí viajó con a la ciudad de México. Se licenció en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (1945) y posteriormente se doctoró en las Universidad de Princeton (1949), con una tesis sobre Feijoo, dirigida por Don Américo Castro.

Fue Catedrático de la Universidad de Harvard, desde 1959 hasta 1987. Ocupó diversos cargos, entre ellos, Director del Departamento de Lenguas y Literaturas Románicas. Sus clases y conferencias sobre la Historia de la Literatura de los Pueblos de Lengua Española desde El Cid hasta García Márquez fueron legendarias.

Fue director del Comité de Becas para América Latina de la Fundación Guggenheim desde 1968 hasta 1980. Fue miembro de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos. Ha sido Director honorario del Boletín de la Institución de Libre Enseñanza de Madrid desde 1995 hasta la fecha. En agosto de 2008 fue condecorado por el gobierno español con la Encomienda de Isabel la Católica por sus contribuciones a la cultura española.

Tras su primer libro LA VOLUNTAD DE ESTILO (Seix Barral, 1957), dedicó diez años a la preparación de las OBRAS COMPLETAS DE MANUEL AZAÑA (4 vols., Editorial Oasis, México, 1966-68), el cual se difundió en España y contribuyó a la formación histórica y política de numerosos dirigentes de las nuevas generaciones de españolas que habrían de llevar a cabo la transición a la democracia.

Su biografía intelectual del presidente Azaña, LA VOCACION DE MANUEL AZAÑA (Edicusa, Madrid, 1968) fue “confinada” por la censura hasta 1971. Posteriormente escribió EL INTELECTUAL Y LA POLÍTICA (Residencia de Estudiantes, CSIC, Madrid, 1990. Recibió el Premio Nacional de Ensayo por otro libro, EL SECRETO DE ESPAÑA: ENSAYOS DE HISTORIA INTELECTUAL Y POLÍTICA, Madrid, Taurus, 1995. Su último libro es EL DESIGNIO DE UNAMUNO, Madrid, Taurus, 2001.

Después de 1987 se jubiló de la Universidad de Harvard y se trasladó a Madrid donde vivió hasta 2003. En ese año se trasladó a Cuernavaca, México, donde ha vivido muy cerca de su hijo, Carlos. Su esposa Solita Salinas (hija del poeta del “27”, Pedro Salinas), falleció en Cuernavaca en noviembre de 2007.

Le sobreviven su hijo Carlos Marichal Salinas y su nuera Soledad Gonzaléz Montes, así como sus nietas Ana y Andrea Marichal y sus biznietos, Elisa, Teo y Clarita, quienes residen en México.



Discurso de José Luis Rodríguez Zapatero,
Presidente del Gobierno Español, 6 de noviembre, 2007
[En ocasión de la nueva edición ampliada de las Obras Completas de Manuel Azaña]

Señoras y señores:

Hace ya cuarenta años, el historiador Juan Marichal publicaba, en la Editorial Oasis de Méjico, su edición de las Obras Completas de Manuel Azaña.

Por ese simple hecho, varias generaciones de españoles tenemos contraída una deuda imperecedera de gratitud con Juan Marichal.

Aquella edición trastornó el panorama intelectual de nuestro país. Y también el político. Lograda en sus primeros años en la trastienda confidencial de algunas librerías, y buscada con mimo, aun hoy, en las casetas de Moyano, nos ha acompañado a muchos de nosotros.

Su trabajo nos permitió disponer de un material imprescindible para comprender no sólo la trayectoria personal, intelectual y política de uno de los principales protagonistas de nuestra historia política moderna, Don Manuel Azaña, sino también muchas de las claves de la atormentada España de la primera mitad del siglo XX.

Han pasado, sin embargo, muchos años. Y, en estos años, el empuje de la libertad, la apertura de archivos, el afán investigador, y la generosidad de familiares y amigos de Azaña, han permitido el milagro: cientos y cientos de páginas nuevas que están llamadas a completar y enriquecer lo que hasta ahora sabíamos de Manuel Azaña.

Sigue el resto del discurso del presidente del Gobierno de España….



Copio y pego, a continuación, el discurso pronunciado por el embajador de España, don Carmelo Angulo Barturen, con motivo de la condecoración de don Juan Marichal el 24 de agosto de 2008:

“CONDECORACIÓN A JUAN MARICHAL

• Saludos cordiales

• Es un enorme privilegio para mí entregar esta merecida condecoración. Nunca lo hubiera soñado. JM es casi una leyenda para varias generaciones que, a través de sus investigaciones académicas y sus escritos, descubren la historia “encubierta y manipulada” por la dictadura franquista y el autoritarismo cultural.
• Nuestro homenaje más sentido al intelectual exiliado y comprometido, que se ve obligado a abandonar España y a pasar por París y Marruecos antes de recalar en México donde se licencia en Filosofía y Letras en la UNAM. Nuestro reconocimiento al historiador lúcido y al humanista, Premio Nacional de Historia, que a través de las aulas universitarias y una intensa actividad como conferencista nos acerca y descubre el ser de España, la entramada razón de nuestras decadencias y nos propone a través de figuras, como Feijoo, Azaña, Ortega y Unamuno, buscar e indagar en el regeneracionismo para descubrir y recuperar la “España creadora de civilización humanitaria”. Nuestra admiración al profesor universitario que a partir de la Universidad de Harvard y la Fundación Guggenheim, por tres décadas, promueve los estudios de las lenguas y las literaturas románicas formando e incentivando a centenares de jóvenes alumnos de todas las latitudes. Por fin, nuestro respeto total al convencido republicano que es capaz de criticar y denunciar los males del clericalismo español, las lacras del nacionalismo y el patriotismo exacerbado, y la debilidad de los intelectuales condicionados y sometidos a los intereses económicos.
• Condecorar a Juan Marichal es hacer frente a una deuda de gratitud de varias generaciones de españoles comprometidos con la democracia y que, a través de las obras completas de Manuel Azaña y de su biografía intelectual (introducción en realidad de sus memorias) que aparece en 1971 como La vocación de Manuel Azaña, gracias a la valentía intelectual de Pedro Altares y la editorial de Cuadernos para el diálogo, sacan del confinamiento la obra de este precursor del discurso democrático moderno, defensor de la moderación y el diálogo como método por excelencia de la política y que, como decía el Presidente Rodríguez Zapatero, en la presentación el año pasado de la edición ampliada de la obra completa auspiciada por Santos Julia, es el promotor de un proyecto reformista que reivindica “la reforma agraria, la expansión de la educación, la secularización del estado, una nueva estructura territorial del poder, la subordinación del ejército al poder civil y el desarrollo económico con fuerte intervención pública”.
• Gracias a Vd. Sr. Marichal, hemos descubierto este pensamiento lúcido y prodigioso que imaginó la España que hoy tenemos y necesitamos con cincuenta años de adelanto y que permitió ser una de las fuentes privilegiadas de pensamiento en las que se ha podido nutrir nuestra democracia contemporánea.
• Como dice en su libro citado, que recuerdo haber devorado en la Navidad del año 2003, “Azaña “sentía que en la condición humana predominaban los que él llamaba <>. El progreso civilizador consistía, según él, precisamente en<> dichos impulsos, educando a los seres humanos en la repugnancia hacia la violencia y la crueldad”.
• Estimado D.Juan, su obra es monumental y esclarecedora, es fruto de una profunda determinación y compromiso con la verdad y la libertad y sus estudios e interpretaciones se han convertido en materia de referencia obligada para cualquiera que pretenda acceder a nuestra historia contemporánea. Por su profundo amor a España, por este legado fenomenal que de Vd. heredamos y como reconocimiento del Gobierno español y de varias generaciones de estudiosos y políticos que se nutrieron de sus investigaciones, tengo el enorme gusto de hacerle entrega de esta Encomienda de Isabel la Católica cuya acreditación voy a leer a continuación………
• Imposición y agradecimiento a los presentes por este íntimo y emotivo encuentro.

Cuernavaca, 24 de Agosto del 2008.
Carmelo Angulo Barturen
Embajador de España en México

domingo, 8 de agosto de 2010

Partió Tony Judt, el historiador del siglo XX




Por: N. SEGURADO. 20minutos.es/08.08.2010


Consciente de la enfermedad degenerativa que padecía, el historiador Tony Judt (Londres, 1948 – Nueva York, 2010) tituló su último libro Ill Fares the Land. Un diagnóstico -penetrante en lo intelectual, agónico en lo personal- de los dilemas a los que se enfrentan las sociedades occidentales contemporáneas.

Una guía para perplejos. Un feliz panfleto para encarar con una pizca de esperanza una nueva década de desigualdad económica creciente, de abandono de la política como discurso legitimador de lo público y de sacralización acrítica de la esfera de lo privado.

Tony Judt ha muerto dictando -su cuerpo permaneció inmóvil los últimos meses de su vida- artículos sobre los males del siglo XXI y crónicas secas sobre sí mismo y sus noches de obligada lucidez. Pero su labor durante décadas de oficio de historiador fue otra: desvelar admirablemente, desde el rigor, la erudición y el desencanto, la "atribulada memoria" del siglo XX europeo. Ese siglo por todas partes oficialmente conmemorado y a cada paso olvidado.

En Posguerra, su obra cumbre, redefine algunos de los conceptos tomados por lugares comunes cuando se echa la vista atrás. La posguerra europea, como la aborda Judt, es un "prolongado epílogo de una guerra civil europea iniciada en 1914, un interregno de cuarenta años que va desde la derrota de Adolf Hitler hasta la resolución definitiva de los asuntos que la guerra de este dictador había dejado pendientes".

Una historia tejida con los mimbres de la larga duración, que reconcilia Este y Oeste, que rebaja la trascendencia de algunos mitos generacionales un tanto sobredimensionados y que descubre las sucesivas capas de barniz del Holocausto.

En los últimos años, soportando ya el aura de prestigioso historiador, el autor compaginó su cátedra de profesor en la Universidad de Nueva York con un compromiso público intachable, casi erasmiano, del que el libro mencionado al comienzo es quizá el ejemplo más acabado.

Crítico con la deriva ególatra y victimaria del Estado Israel, con la involución que representó en muchos aspectos la Administración Bush, con la ceguera del lobby judío de EE UU, Judt también se fajó contra la izquierda intelectual nostálgica del comunismo (y de sus tentaciones totalitarias) que no parece haber aprendido nada de sus libros… y también contra la izquierda socialdemócrata (que ha vaciado de sentido político el adjetivo).

viernes, 6 de agosto de 2010

Libros encuadernados con piel humana


Pese a lo repugnante que nos puede parecer en nuestros días, la “bibliopegia antropodérmica” o encuadernación de libros con piel humana, fue algo de lo más habitual desde el siglo XVII hasta hace relativamente poco. Cientos de estos libros se encuentran repartidos en bibliotecas, museos y colecciones privadas a lo ancho y largo de todo el mundo. Posiblemente, en la gran mayoría de ellos se desconozca esta cualidad porque a simple vista es imposible distinguir la piel humana a la de origen animal, y es necesaria una prueba de ADN para constatar su origen.

A principios del siglo XIX, en el reino unido era una costumbre habitual usar la piel de los criminales ejecutados para encuadernar libros. La mayoría de estos ejemplares se usaban para escribir las fechorías de estos mismos criminales. En la revolución francesa, las pieles de los nobles guillotinados se usaban para encuadernar ejemplares de la constitución francesa o paradójicamente, ediciones completas de Rousseau, del que los nobles se reían por sus teorías. En la época Nazi, se sabe que la piel de muchos judíos acabaron como tapas de libros o incluso como pantallas de lámparas.

También existe constancia de muchos casos voluntarios, en los que el último deseo del fallecido era que se forrasen las tapas de algún libro en concreto con su piel, incluso algún escritor famoso recibió en su casa un paquete con la piel de una fan como regalo. De modo que si tienen en sus casas algún ejemplar antiguo de dudosa procedencia, quien sabe… puede que sus tapas inertes tuviesen vida algún día.

Les dejo algunos ejemplos conocidos:

1827, William Corden mató a su amante, María Martín, seis años más tarde se publicó un libro con la historia de este famoso crimen con su piel. (Moyse´s Hall Museum)

1818 y 1821, dos casos similares al anterior, la piel de James Johnson se usó para encuadernar un ejemplar de Samuel Johnson´s Dictionary. John Horwood, tras asesinar a Eliza Balsum, también corrió la misma suerte, en este caso, en el lomo del libro se puede leer “Cutis vera Johannis Horwood”. (Bristol Record Office)

1833, la piel del famoso bandolero James Allen, sirvió para encuadernar un magnífico recopilatorio de todas sus fechorías.

1958, el encuadernador Dard Hunter, contó que una viuda le mandó la piel de su difunto esposo para encuadernar todas sus cartas de amor.

1831, a la muerte de Jacques Delille, afamado escritor de la época, André Leroy, un ferviente admirador, se coló en el tanatorio y le arrancó la piel para encuadernar sus ejemplares.

1890, se cuenta que Isidoro Liseux, editor francés de libros eróticos, conseguía la piel de los pechos de las mujeres fallecidas en el hospital de Clamart(París). Incluso existe un ejemplar de Elogio de los senos de las mujeres, de Mercier de Compiégne, dónde tanto en la portada como en la contraportada, se pueden ver las protuberancias de los pezones.

1920, el astrónomo y escritor Camille Flammarion, felicitó a una condesa en una recepción por la suavidad de su piel. La condesa, al morir de tuberculosis años después, hizo que le enviaran esa piel que él había elogiado para encuadernar uno de sus libros.

La lista es interminable, pero como han podido comprobar menos las uñas, se nos puede aprovechar todo.

jueves, 5 de agosto de 2010

POESÍA DE LIVIA MEDINA


Nota: Siempre he dicho que todos somos poetas; pero siempre hay uno que se atreve no sólo a serlo, en su esencia de vida, sino a dejarlo por escrito. Cuando eso ocurre, estamos ante la poesía y por ende ante la copa llena de un poeta. La profesora Livia Medina (Guanare, UEN. José V. de Unda), es una de esas luces poéticas que siempre han brillado pero que, por su exceso de humildad, no se atreven a mostrar lo escrito y cuando aparece, se da el gran salto: de ser lucecita brillante a un Sol resplandeciente repleto de palabras…Hoy regamos con la poesía de Livia, un acercamiento a la voz de una creadora tan cristalina y brillante como las gotas de rocío que cubren nuestros campos en las mañanas…


AUSENCIA EN TRES TIEMPO


I
La mañana no amaneció tan fresca como siempre, había más bien algo de calor pegajoso que hacía sentir sucia la piel como si esa suciedad viniera del alma.
La puerta se cerró detrás de él, quien se marchó sin mirar, sin decir adiós, con un dejo de tristeza, mezclado con el orgullo. El fantasma del abismo se estaba formando otra vez entre los dos.
La casa, así sola, sin ruido que le den vida, no es un hogar, es un encierro, una cárcel para estas ansias de libertad, estas ganas de vivir…pero también está la soledad, fiel compañera que aconseja, que ayuda a volar al encuentro de una libertad imaginaria donde se puede ser viajero sin limite ni barreras, ni siquiera traumas que corten el destino que se ha soñado.
En esta soledad, sueño y en mi sueño quisiera ser un ave y descansar en la libertad de mi vuelo, ser la alegría del viento, susurrar de la noche, mil sonidos suaves, sin atajos, sin cadenas…un simple suspiro, tan breve y fugaz extasiando el alma sencilla y pura.
No se que hacer con esta soledad, te busco y no te encuentro, no está tu olor y el recuerdo está difuso, tan débil que duele muy adentro.
¿Qué sentido tiene sentirse así, con un vacío que llena el alma y agrieta la piel?.
Quiero limpiar mi cuerpo, bañarlo de tus aguas, secarlo con la brisa de tu mirada y no sentir esta suciedad que enloda el pensamiento.
Quiero sentir tu océano recorrer mis venas, buscando el epicentro de mis sentidos. Sentirme bautizada por la esencia de tu ser. Quiero sacarte de mis sueños, darte corporeidad en mi pequeña realidad, poder palparte y correr dentro de ti hasta encontrar la razón de esta angustia, de esta pesadez…
No es la soledad la que me duele…es tu ausencia la que me lastima.

II
No puedo hablar tan francamente como antes lo hacía…no hay un oído que escuche atentamente lo que digo ni un alma que comprenda lo que siento. No hay una mirada que me acaricie prodigando cariño.
Sólo estoy yo y esta casa vacía…asfixiante y fría que no siento mía, que me amarra con manos invisibles, quitándome la voluntad y las ganas de volar..
¿Dónde estas?...Quiero encontrarte…Quiero morir, viviendo en ti, nacer en tu cuerpo, santificarme con tu savia, vivificarme en tu mirada, adorada por tus manos. Quiero que tu esencia sea mi esencia; mi culminación, tu inicio; mi creación, tus ganas.
III
Día frío y lluvia incesante, queriendo estar en la tibieza de tu abrazo, en el calor de tu ternura.
Tu ausencia aun persiste en mí como huella grabada a fuego vivo en la piel.
Los sueños van y vienen y solo queda la soledad, única pasajera en el barco de mi alma, anclado en este cuerpo que ya no vive, que se agrieta y clama por un poco del agua que brota de ti…
¡La conformidad me está matando y me entierra tu ausencia!

miércoles, 4 de agosto de 2010

Ensayo (presentado por Ramón E. Azócar A. en UNELLEZ-Barinas, 2010)


Ética y Moral en el pensamiento emancipador latinoamericano



La justicia pide códigos capaces
de defender los derechos y la inocencia de hombres libres…
Simón Bolívar
(Mensaje del libertador al Congreso
Constituyente de Colombia, el 20 de
enero de 1830, día de la instalación
de aquel cuerpo)
(1)


Por ética se ha de entender la elección de la conducta digna; el término como tal viene del griego ethika, de ethos, que significa carácter, comportamiento, costumbre; para el filósofo español José Ramón Ayllón, por ética, desde el ámbito académico, se ha de entender un área de conocimiento de la filosofía que estudia la conducta moral del hombre, en razón del uso correcto de la libertad, orientada a la consecución de virtudes. En una palabra, reconocer los principios o pautas de la conducta humana, a menudo y de forma impropia llamada moral (del latín mores, costumbre) y por extensión, el estudio de esos principios a veces llamado filosofía moral.
Aunque en un sentido estricto, moral se refiere a la conducta colectiva aceptada por la sociedad para asegurar cierta armonía en la convivencia en sociedad, y ética es la conducta digna que cada persona asume ante esos preceptos morales del colectivo, es decir, hacer valer la frase “mi libertad termina donde comienza la de otro”.
La ética es una ciencia normativa, porque se ocupa de las normas de la conducta humana, determinando la bondad de esa conducta de acuerdo con algunos tipos de conducta buenos en sí mismos o buenos porque se adaptan a un modelo moral concreto.
En ética es necesario considerar un valor final, o summum bonum, deseable en sí mismo, no sólo como medio para alcanzar un fin, sino como principio para integrarse con la naturaleza. La ética parte de tres modelos de conducta principales: la felicidad o placer; el deber, la virtud o la obligación; y la perfección, como el más completo desarrollo de las potencialidades humanas. Y ese valor ético se reproduce en el legado del cristianismo materializado a través de la fe. La fe, nos dice José Ramón Ayllón, es una forma de conocer que no se apoya en la evidencia de lo que se ve, sino en la credibilidad del que ha visto lo que nosotros vemos;...es la razón quien cree, la misma razón que resuelve un problema matemático, hace una valoración estética o emite un juicio moral; y esa fe se traduce en una causa final: creer en la voluntad colectiva como causa primera para vivir en felicidad.
La ética busca, en esa causa final, la satisfacción en la vida con prudencia, placer y libertad; una persona que carece de motivación para tener una preferencia puede resignarse a aceptar todas las costumbres y por ello puede elaborar una filosofía de la prudencia; bajo esta idea, la persona vive en conformidad con la conducta moral de la época y de la sociedad. En este punto hablamos de una ética situacional, la cual se presenta en razón de un tiempo histórico determinado, así como en espacios o circunscripciones identificadas con valores religiosos o espirituales.
El hedonismo, doctrina según la cual el placer es el único o el principal bien de la vida, y su búsqueda el fin ideal de la conducta, tiene que decidir entre los placeres más duraderos y los placeres más intensos, si los placeres presentes tienen que ser negados en nombre de un bienestar global y si los placeres mentales son preferibles a los placeres físicos.
La ética confronta distintos sistemas morales que se establecen sobre pautas arbitrarias de conducta, evolucionaron de forma irracional, violándose los tabúes religiosos o de conductas que primero fueron hábito y luego costumbre, o asimismo de leyes impuestas por líderes para prevenir desequilibrios en el seno de la tribu, entre otros. Las grandes civilizaciones clásicas egipcias y sumeria desarrollaron éticas no sistematizadas, cuyas máximas y preceptos eran impuestos por líderes seculares, estando mezclados con religiones estrictas que afectaban la conducta de cada egipcio o cada sumerio.
En el siglo VI a.C. el filósofo heleno Pitágoras desarrolló una de las primeras reflexiones morales a partir de la misteriosa religión griega del orfismo, la cual se basaba en una cosmogonía centrada en el mito del dios Dioniso Zagreo, el hijo de las divinidades Zeus y Perséfone, quien furioso porque Zeus deseaba hacer a su hijo soberano del universo, sus celosos titanes desmembraron y devoraron al joven dios. Atenea, diosa de la sabiduría, fue capaz de recuperar su corazón, que llevó a Zeus, quien se lo comió y dio nacimiento a un nuevo Dioniso. Zeus castigó después a los titanes destruyéndolos con su rayo y, de sus cenizas, creó la raza humana. Como consecuencia de ello, los seres humanos tienen una naturaleza dual: el cuerpo terrestre era la herencia de los titanes nacidos de la tierra; mientras que el alma derivaba de la divinidad de Dioniso, cuyos restos se mezclaron con los de los titanes. Según los principios del orfismo, los seres humanos se esfuerzan por librarse del elemento titánico, o representación del mal, propio de su naturaleza, y buscarían preservar lo dionisíaco, o divino, naturaleza de su ser. El triunfo del elemento dionisíaco se puede conseguir siguiendo los ritos órficos de purificación y ascetismo. Según esta religión, a través de una larga serie de reencarnaciones, los seres humanos se preparan para la vida después de la muerte. Bajo esta creencia de que la naturaleza intelectual es superior a la naturaleza sensual y que la mejor vida es la que está dedicada a la disciplina mental, se fundó una orden semirreligiosa con leyes que hacían hincapié en la sencillez en el hablar, el vestir y el comer, siendo uno de los primeros ejemplos de ética en el pensamiento occidental.
En el siglo V a.C. los filósofos griegos conocidos como sofistas, se mostraron escépticos en lo relativo a sistemas morales absolutos; estos sofistas se embarcaron en proponer juicios acordes a la realidad y trascendencia de cada uno de los espacios de la sociedad griega, así Protágoras enseñó que el juicio humano es subjetivo y que la percepción de cada uno sólo es válida para uno mismo; Gorgias llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo; y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese conocimiento; Trasímaco, creía, por su parte, que la fuerza hace el derecho.
Ya en tiempo de Sócrates, la filosofía se tornó más humana, más adherida a la condición del hombre del obrar bien, del ser ciudadano; el punto de vista de Sócrates parte de que la virtud es conocimiento; la gente será virtuosa si sabe lo que es la virtud, y el vicio, o el mal, es fruto de la ignorancia; la educación, como aquello que constituye la virtud, fomenta en la gente una conducta conforme a la moral. La mayoría de las escuelas de filosofía moral griegas posteriores mantuvieron el punto de vista socrático, en donde destacan los cínicos, en especial el filósofo Antístenes, quien afirmaba que la esencia de la virtud, el bien único, es el autocontrol, y que esto se puede inculcar; esta escuela despreciaba el placer, el cual era percibido como personificación del mal. Se cuenta que Sócrates dijo a Antístenes: “Puedo ver tu orgullo a través de los agujeros de tu capa”. Los cirenaicos, por su parte, en especial Aristipo de Cirene, eran hedonistas y creían que el placer era el bien mayor y que ningún tipo de placer es superior a otro; los megáricos, seguidores de Euclides, propusieron que aunque el bien puede ser llamado sabiduría, Dios o razón, es ‘uno’ y que el Bien es el secreto final del Universo que sólo puede ser revelado mediante el estudio lógico.

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El continente americano tiene una historia larga y una historia corta; larga, desde los orígenes del hombre americano, que ha estado impregnado de civilización he historia; y corta, desde 1492, tras el encuentro de dos mundos y el proceso de transculturización que marco a ese hombre americano con nuevos símbolos y valores, muy ajenos a su historia y pasado. Ese hombre alienado ha llegado al siglo XXI, con una carga de frustración y resentimiento que no consigue salida, salvo imponer la emancipación como proceso involutivo de esa transculturización europea-occidental.
La emancipación comenzó a inicios del siglo XIX en la América española, de la mano de figuras como Francisco de Miranda (venezolano, 1750-1816), Simón Bolívar (venezolano, 1783-1830), Simón Rodríguez (venezolano, 1771-1854), entre otros; como epicentros de un pensamiento ético y moral que reivindicara la estirpe americana y conquistara la libertad tantas veces lapidada por quienes desde la conquista, pasando por la colonia, quisieron destruir el alma y ánimo de nuestro pasado aborigen.
Es importante destacar que el término que amalgama la ética y moral en el pensamiento latinoamericano pre-independencista, es emancipación; la emancipación se presenta como la acción que permite a las personas deseosas de libertad y autodeterminación, acceder a un estado de autonomía al asumir conciencia de su lugar histórico y al imponerse, sea a la fuerza o a elementos de contradicción-dialéctica, al cese de la sujeción a alguna autoridad o potestad. Emanciparse es tomar control de lo que se “es” y de lo que se “ha sido”.
En un extenso estudio histórico-documental, del norteamericano Charles Mann (2008), titulado 1491, una nueva historia de las Américas antes de Colón, nos dice que “…los primeros pobladores del continente Americano tuvieron que llagar hace veinte mil años…” (p.37) Incluso hay hallazgos que los sitúan antes (descubrimientos arqueológicos en Chile, donde se encontraron artefactos manufacturados hace treinta mil años). Esto echa por tierra la tesis de que en el nuevo mundo no había sino salvajes muy reducidos, sin historia. El hombre ciertamente tiene su origen en África, pero ese hombre logró emigrar a otros territorios, y el paso entre América y Europa, llamado en un tiempo el estrecho de Bering, fue la extensión de agua que permitió unir, por Asia, a esos visionarios nómadas del neolítico; aunque hay teorías que respaldan la idea de que pudieron llegar por embarcaciones, lo cual se expresa muy bien de que quienes vinieron tenían un dominio de la técnica.
Según Mann (2008), el mito del “hombre salvaje” fue cultivado en los siglos sucesivos del Descubrimiento por historiadores y antropólogo; el más destacado de ellos, en el siglo XX, fue Allan R. Holmberg, quien convivió un tiempo con el pueblo Sirionó, o Mbía, pueblo indígena que habitaba en los bosques de las tierras bajas de Bolivia, al sur de Beni y al noroccidente de Santa Cruz , que se autodefinían como "gente", Mbía, en tanto sirionó les identificaba con un nombre foráneo que los refiere como pueblo de la palma siri, "tucuma" o "cumare". El estudio de este pueblo arrojó conclusiones que terminaron de distorsionar el carácter civilizatorio de los pueblos de América; destacando que eran indios culturalmente muy atrasados, sin historia; el error radica, expone Mann, en que el pueblo estudiado por Holmberg era un pueblo fugitivo, que andaba huyendo de otros grupos que lo maltrataban, por lo cual era pequeño y había perdido lazos de socialización.
Los pueblos de Mesoamerica tenían su nivel civilizatorio; lo que si podemos indicar es que para el momento del Descubrimiento había entre 90 y 112 millones de personas en América, más de la mitad de lo que había en Europa (claro está, este continente había pasado la peor de las pestes, acabando con casi toda la población de aquella época); el hundimiento de esos pueblos no se debió sólo al proceso de Conquista, sino que los enfrentamientos internos de las tribus, buscando el control del territorio y la imposición de la cultura precolombinas, fue acabando con buena parte de los nativos. A esta situación se unen las enfermedades traídas por los conquistadores y la búsqueda de un control impositivo por parte de ellos con el uso de la tecnología bélica. Las espadas y los cañones acabaron con la resistencia aborigen. Como expresa William Ospina (2007), había un enfrentamiento o choque “entre una cultura de la lengua oral y una cultura de la lengua escrita, entre la memoria y el libro”. (p.87)
En esta realidad, se va a dar uno de los primeros criterios morales de Hispanoamérica: la conciencia. Según José Ramón Ayllón (2001), la conciencia tiene dos acepciones, una psicológica y otra moral. La psicológica es la conciencia del reflejo, de verse así mismo en un momento histórico determinado; la moral, es la conciencia desde la capacidad de juzgar la conducta humana (p.139); partiendo de está capacidad de juzgar, los precursores del pensamiento emancipador venezolano iniciaron su periplo por los diversos pueblos de la colonia incentivando los valores de libertad, solidaridad e igualdad.
Se destacan en este aspecto, personalidades ya referidas al inicio, Francisco de Miranda, quien tuvo como objetivo promover la felicidad y la prosperidad en la América Hispánica; así como lograr el bienestar a través del develamiento de un verdadero carácter patriota que se inscribiera en la obediente a las leyes. El trabajo y la moral, constituyeron las líneas de su discurso ético, estableciéndolo como bases fundamentales sobre las que reposará el sólido sistema republicano de los Estados nacionales.
Le sigue Simón Bolívar, quien avizoró un proyecto anticolonialista de emancipación, con la idea de una República, la cual, a su entender, era el sistema político más adecuado para la nueva sociedad hispanoamericana; este sistema se fundamenta en el imperio de la ley (a través de la Constitución) y la igualdad ante la ley como la forma de frenar los posibles abusos de los más fuertes. En el marco de lo que sería su discurso ético, Bolívar concebía la virtud y el honor como valores supremos, y que una educación popular se encargue de fomentar estos valores para crear una conciencia republicana.
A Bolívar le llegó influencia de otro precursor del pensamiento emancipador, este fue Simón Rodríguez, cuya idea de una educación popular tenía que estar contextualizada con la construcción de una sociedad política donde la ley sea el fundamento a seguir y no así la barbarie, que había quedado como herencia colonial. Don Simón Rodríguez abogaba por un compromiso por la causa social, en el cual aparece implícito su discurso ético, gratinado de valores de amistad, fraternidad y solidaridad.
El legado de estas primeras ideas emancipadoras, lo continuó la figura de tres insignes latinoamericanos: José Martí (cubano, 1853-1895), con su ética de la resistencia, su anti-imperialismo, su discurso de integración y pedagogía emancipatoria, marcó el inicio ideológico de una conciencia revolucionaria a puertas adentros, no ya tanto contra enemigos extranjeros, sino contra los mini-imperios que quedaron en el continente, con la voracidad de aquellos conquistadores destructores de nuestra historia y civilización; José Mariategui (peruano, 1894-1930), vino a profundizar las ideas de revolución y a proponer el socialismo como sistema emancipatorio; y Julio Mella (cubano, 1903-1929), para quien el socialismo ideal tenía que estar amparado en las ideas humanísticas de Karl Marx (alemán, 1818-1883); también pregonó la necesidad de organizar el movimiento estudiantil como base de choque y resistencia para el proceso revolucionario.
Valga las palabras de Ritcher Antúnez (aporre.org, 14/06/05), para quien “el pensamiento de la emancipación de los pueblos latinoamericanos puede, por
ende, no significar otra cosa que el ideario de nuestros próceres independentistas apoyado en los paradigmas de las revoluciones francesas e inglesa, en aquella época donde se buscaba fervorosamente un camino para ser independientes de los imperios español y portugués; pensamiento que hoy aún está vigente, enriquecido por las ideologías emancipadoras y revolucionarias de los siglos XIX y XX, y que lucha por la ruptura de la asimétrica dependencia externa, así como por la transformación a fondo de las estructuras represivas internas que son el legado de medio milenio de
evolución truncada.”

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La moral a la que nos refieren nuestros precursores, la pública, se orienta a la lucha por lograr un cambio en el sentir y el pensar de los ciudadanos de la República; una revolución social que encuentre espacio y relevancia como factor cultural en los ciudadanos; la moral se constituye en la primera herramienta para que el cambio pueda tener armonía y trascendencia en una sociedad manipulada y mediatizada.
Aquella sociedad del siglo XIX, pasó de trajes negros con gorgones, de los Austrias, a los barrocos vestidos, casacas y pelucas de los Borbones; trajes de sedas y colores claros, algunos con pronunciados escotes que dieron materia para que desde el púlpito se trataran de reprimir esas tendencias, así como los afeites en las damas. La moral consensuada tuvo su influencia en las acciones políticas, puesto que esos cambios de la moda, de las normas de convivencia en la sociedad, dieron paso a una conducta de rebeldía apoyada por los precursores del pensamiento emancipador como una necesaria negación a lo impuesto.
Todo aquello que había influido y dado forma a la colonia, debía ser erradicado, para dar paso a una cultura republicana, patriótica; donde la identidad con el territorio y su gente, justificara la construcción de un Estado independiente y soberano.
¿En qué evolucionó ese pensamiento emancipador? La conciencia moral permitió a la sociedad colonial del siglo XIX latinoamericana, a evolucionar hacia una sociedad independiente, racional e inscrita en dos modelos de sociedad que a pesar de la independencia seguían siendo sus referentes más importantes: el modelo federalista norteamericano y el modelo presidencialista francés. España, a pesar de ser la madre patria, era una sociedad invadida de incertidumbres y luchas internas que opacaban cualquier bondad de su sistema político que pudiera albergar la matriz de las nuevas instituciones republicanas; sin embargo, hay estructuras de la colonia que han prevalecido casi intactas en la evolución social y política de Hispanoamérica, aunque son menores en contraste con el corte federal que ha sido de inmensa influencia en las Constituciones latinoamericanas, así como la moderna concepción de la hacienda pública bajo la influencia del sistema burocrático francés.
La moral pública que nombraban nuestros precursores, especialmente el Libertador Simón Bolívar, hace relación a una Sociedad, un Estado, una Cultura, una Civilización, que garantice permanente atención a la autorregulación y control de lo que acontezca en la sociedad, de este modo se fortalece principios morales y éticos, en vínculo continuo de solidaridad, compromiso, y lucha, a través del reconocimiento al otro y el ideal de patria que lejos de ser un radical nacionalismo, es una identidad de los hombres con su conciencia moral republicana.























Referencias

ANTÚNEZ, Ritcher (2005). El pensamiento emancipador latinoamericano. En línea:www.aporrea.org /actualidad/a14772.html

AZÓCAR A., Ramón E. (1998). La revelación de Oanes. Ensayos acerca del Federalismo Libertario. Caracas, Ediciones de la Gobernación del estado Portuguesa y de la Fundación Cultural UNELLEZ.

AZÓCAR A., Ramón E. (2007). Pensamiento complejo. Caracas, Ediciones de El Perro y La Rana, colección heterodoxia.

AYLLÓN, José (1998). Luces en la caverna. Historia y fundamentos de la ética. Barcelona-España, Ediciones Martínez Roca.

BLUHM, William (1987). ¿Fuerza o Libertad? La paradoja del pensamiento político moderno. Traducción de Juan San Miguel Querejeta.Barcelona-España, Editorial Labor.

DAMIANI, Luis y Omaira Bolívar, compiladores (2007). Pensamiento Pedagógico Emancipador Latinoamericano. Por una universidad Popular y Socialista de la Revolución Venezolana. Caracas, Ediciones de la Universidad Bolivariana de Venezuela.

GUÉDEZ, Víctor (2002). La ética gerencial. Instrumentos estratégicos que facilitan decisiones correctas. Caracas, Ediciones Planeta-FONCIED.

KOSIK, Karel (1973). Dialéctica de lo concreto. Estudio sobre los problemas del hombre y el mundo. Traducción de Adolfo Sánchez Vázquez; México, Editorial Grijalbo, 2da. Edición.

OSPINA, William (2007). Las auroras de sangre. Juan de Castellanos y el descubrimiento poético de América, Bogotá, Colombia, Editorial Norma, 2da. Edición.

MANN, Charles C. (2008). 1491. Una nueva historia de las Américas antes de Colón. Traducción Miguel Martínez-Lage y Federico Corriente, Editorial Taurus, 2da. Reimpresión.













ACERCA DEL AUTOR:


Ramón Eduardo Azócar Añez (Guanare, 1968), es ensayista e investigador en el área de políticas públicas y filosofía de las ciencias; egresado en 1993 como politólogo de la Universidad de Los Andes, Mérida, ejerce su profesión en instituciones de educación superior y en diversas instancias de la Administración Pública; obtiene el grado de Magíster en Gerencia y Planificación Institucional, en la UNELLEZ en el 2003; y entre el 2003 y 2007, hace cursos doctorales (Estudios del Desarrollo y Ciencias de la Educación) en la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, siendo aprobados, en ambos doctorados, sus proyectos de tesis, estando sólo a la espera de las defensas públicas respectivas. Es docente de Ética Profesional, Investigación Social y Administración Pública, del programa Ciencias Sociales de la UNELLEZ-Guanare; y ha publicado una serie de textos de carácter académico entre los que destacan: “El nuevo Paradigma educativo” en el año 2000, y “Pensamiento Complejo” en el 2007. (Correo electrónico: azocarramon1968@gmail.com)